DAKAR 2019 – Parte I

DAKAR 2019: UN SUEÑO QUE HA PASADO A LA HISTORIA

La crónica de Daniel Albero, el primer piloto con diabetes tipo 1 en participar en el Rally Dakar 2019, contada en primera persona en diferentes entregas.

Antes de empezar quiero hacer una mención especial a todo el equipo que forman el PEDREGA TEAM: Julián Villarubia, Rachid Al-Lal Lahadil, Pep Mas y Javier Álvarez, sin ellos, el Dakar 2019 no hubiese sido igual.

Daniel Albero

No hay nada mejor que conseguir lo que uno se propone, cueste lo que cueste; siempre, claro está, sin hacer daño a nadie. Hay muchas veces que uno piensa “¿qué hago yo aquí? ¿Qué significado tiene esto?”. Es en esos momentos tan difíciles, cuando miras a tu alrededor y siempre, siempre, habrá alguien -o algo- que te guiará a seguir por el camino correcto, o incorrecto: eso nunca lo sabrás hasta que cumplas tu objetivo.

A algunos, les parecerá genial tu proyecto, tu objetivo. A otros, no tanto, e incluso habrá gente que piense… ¿y, este, dónde se cree que va? Es posible que pierdas amigos –que luego resulta que no son tan amigos como pensabas- pero te aseguro que tanto si llegas a la meta como si no lo consigues, siempre encontraras más que de los que perderás.

Estas líneas van dedicadas tanto a aquellos que han creído en mí, como los que no. A todos los que me han acompañado en este duro viaje (al mismo tiempo, plácido y reconfortante), a todos mis amigos, a mi familia –imprescindibles en este sueño- sponsors, followers y equipo. Cada uno de vosotros habéis hecho de mí una persona más fuerte, más humana, y que cada vez disfruta más de ayudar a la familia de las personas con diabetes.

Escribir un renglón en la historia del Rally Dakar no es fácil y requiere un gran esfuerzo, constancia, dedicación y autocontrol. Estas son las cuatro palabras mágicas que necesita una persona con diabetes tipo 1 para hacer todo aquello que se proponga y poder llevar una vida completamente sana junto a sus seres más queridos.

Lo que empezó como el sueño de un niño superviviente de una enfermedad como es la meningitis aguda que meses más tarde desencadena en DT1, se convierte en realidad después de cuatro largos años de trabajo durísimo. Han sido muchas las carreras, las charlas y conferencias, las acciones con medios y sponsors y muchas, muchísimas, las horas encima de “Azucarilla”, la moto a la que vosotros mismos le distéis nombre.

Como todos los años, y después de la gran cita del motor Off Road en nuestro país, la Baja Aragón, recibimos la carta que confirmaba que, por primera vez una persona con Diabetes Tipo 1 podía participar en el Dakar 2019. Fue a mediados del mes de septiembre de 2018 cuando, sin apenas presupuesto, el TEAM 1DTDakar aceptábamos el reto real de participar en la próxima edición. Con tan solo tres meses y medio por delante nos pusimos a trabajar duro (durísimo) y en octubre confirmábamos nuestra participación.

Charlas, conferencias, inscripción, preparativos para el rally, entrenamientos, horas y horas frente al ordenador… Todo ello, para poder estar el día dos de enero encima de Airbus 360 que nos llevaría a Lima, capital de Perú, donde se iniciaba la carrera. Todo ello, sin dejar mi vida personal de lado: trabajo, familia, etc.

Salimos de casa el día dos de enero a las doce del mediodía con Paco Folgado, su esposa Pilar, mi mujer Mer y mis dos hijos, Dani y Yeray. Viajamos en coche desde mi Carcaixent natal (València), hasta el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas: el vuelo salía a las 20:40h. Unas cuatro horas de viaje que fueron geniales junto a la gente que más quiero. Ellos me dejaron allí sobre las 18h y yo me quedé esperando al resto de participantes, a que nos dijeran la puerta de embarque hacia Lima. Aunque no sería hasta el día siguiente cuando subí al avión debido a un retraso del vuelo de casi ocho horas. Este fue el primer traspié, pues ya no pudimos descansar bien esa noche y al llegar al campamento de Lima había mucho trabajo.

Además, “para más inri”, días previos a la carrera y durante un entrenamiento con la moto tuve la mala fortuna de tener una pequeña caída en la que me rompí la muñeca: ¡a tres semanas del Dakar! Desde que caí, sabía que no estaría recuperado al 100% para poder levantar la moto de la arena todas las veces que -tenía claro- me iba a caer en las dunas. En el Hospital del Vinalopó, con el doctor Hugo Marquina, valoramos la posibilidad de operar o no. Finalmente, fue que no: no había tiempo, así que decidimos dejarlo en manos de mi fisioterapeuta Alejandro Sanz y, a base de tratamientos, conseguimos recuperarla bastante. En estos momentos, parecía que nada iba a salir bien, e incluso que no podría tomar la salida, pero esto no acaba aquí… Como “tenía más tiempo libre” antes del Dakar –no podía entrenar, porqué la lesión no lo permitía- decidí pasar por el centro de salud de mi pueblo a ponerme, como todos los años, la vacuna de la gripe. Para las personas con diabetes es fundamental, somos sector de riego, aunque no fue una buena idea hacerlo antes de partir hacia Perú. Tuve una bajada de defensas importante y el resfriado me atacó de lleno: este, sin duda, sería mi mayor problema en el Dakar 2019.

Llegamos a Lima. Una vez allí, fui al puerto, pasé los controles y, al fin vi a “Azucarilla”, que llegó mucho antes que yo, en barco. Fuimos al campamento de trabajo, a montar y prepararlo todo, pues todavía quedaba mucho trabajo por hacer antes de las verificaciones –ese mismo jueves a las 15h.

Después de seis horas cargado con el peto, la doble bolsa de hidratación, la chaqueta y haber cruzado Lima con moto y todo ello, con un calor sofocante, no pude terminar las verificaciones. Necesitaba una cantidad de dinero de la que no disponía para poder retirar los aparatos de navegación, no contaba con eso, pero también forma parte de la aventura del Dakar encontrar solución a este tipo de problemas. Por suerte, un gran amigo me dejó la cantidad necesaria y pude sacar todo lo que necesitaba: Iritrack, Smoltrack, GPS y la baliza de emergencia. Ahora sí, conseguí pasar todas las verificaciones y me dieron la autorización para tomar la salida el sábado, día de Reyes.

Y ahí estaba, mi mayor regalo: ser el primer diabético tipo uno en participar en el Rally más duro del mundo en moto. El momento del podio fue mágico, puedes recuperarlo en nuestras redes sociales.

Los cuatro días previos a la salida de intenso trabajo y adaptación al nuevo horario no fueron nada fáciles y con muy poco descanso, pues el cuerpo se empeñaba en seguir las costumbres españolas y todos los días a las tres de la madrugada seguía dándole vueltas a la cama sin poder dormir. No le pude dedicar mucho tiempo a mi compañera de viaje, la diabetes. Pero ahora sí, empezaba la aventura.