Crónica Dakar Rally 2022 LA CARRERA

Cuando una persona siente que tiene un cometido y ve que el trabajo de muchos años pende de un hilo, solo tiene dos opciones, una, dar un paso atrás y quedarse sentado lamentándolo toda la vida, o dos, abrir los ojos, apretar los dientes, y empujar a tope aunque tu vida dependa de ello.

Es ese momento, en que te pones en tu sitio, sacas tu mejor versión y sientes que no estás solo en tu propósito de conseguir la meta, hay algo o alguien que te empuja, que te hace flotar, que te acompaña hasta el final.

Este es mi caso, esto me pasó a mí. Por mucho que me cueste creerlo volvimos a obrar el milagro de alcanzar la meta por onceava vez en este gran Dakar Rallye 2022, consiguiendo finalizar en esta gran edición.

Viniste al mundo por un tiempo muy limitado, justo el tiempo necesario para saber que te ausentabas para realizar algo que desde aquí no podías alcanzar. Yo sigo intentando alcanzar mis sueños, y me supone un gran sacrificio no tenerte a mi lado, pero mi principal deseo es el ayudar a mucha gente. Así lo decidí, y acepte. “Que grande eres hijo mío”. Por ti va esta historia, una historia que seguro quedará grabada en el corazón de miles de personas.

Solo me gustaría, que lo que hemos alcanzado juntos sepamos encajarlo y sigamos aportando nuestra ayuda a quienes más la necesiten y la quieran recibir, y como no, a nuestra manera.

Como cada año y ya es una costumbre, empiezo a trazar el nuevo plan a seguir para el próximo año, y siempre estas primeras líneas las escribo ya desde el avión que nos lleva a Barcelona de regreso a casa, repleto de participantes de cada último Dakar.

Con la misma reflexión, cerraba mi andadura en el Dakar Rallye 2021… Mis años de Raider motero finalizaban después de tres Rallyes Dakar consecutivos en moto. Mis sueños se van cumpliendo, y he sido la primera persona en el mundo en participar y terminar el Dakar junto a mi compañera de viaje la diabetes tipo 1. Así lo luchamos y decimos, y no estamos dispuestos a abandonar tanto esfuerzo y trabajo realizado. Es más, me doy cuenta de toda la gente a la que ayudan mis retos y hazañas, y esto nos hace mejores, y nos ayuda a conseguir nuestros objetivos de lucha y esfuerzo a favor de tantísimas personas con diabetes, y con otras enfermedades e incapacidades, e incluso sin ellas.

Tal y como he dicho, ya en el avión de vuelta del Dakar 2021, me puse manos a la obra, y empecé a trazar un plan para el siguiente Dakar 2022. Como no, apunte a lo más alto, quería correr con side by syde, y empecé a buscar sponsors, colaboraciones y presupuestos, pero conseguir alcanzar esas cifras era misión casi imposible y más con la que estaba cayendo, así que empecé, al mismo tiempo, a gestionar y trastear. Era principios de marzo 2022, cuando una mañana encontré en una página de Internet un coche parcialmente preparado para competir en clásicos, y le pedí a Dani Mesa, su actual propietario y copiloto de Rallye, la documentación y toda la información para verificar la edad del vehículo, estado y tratar de saber con certeza que era el coche indicado. Rápidamente llame a Fran Vega, mi amigo y confidente en estos temas, y le conté todo, al igual como al resto del equipo, y les pareció fantástica la idea de tomar aquel viejo coche de carreras rallye Toyota Land Cruiser 90 D4D del año 99.

En pocos días nos plantamos en Sevilla, donde residía el coche, para probarlo y cerrar el trato. El tiempo corre rápido y quedaba mucho trabajo por hacer y reglamentos que aprender. Para mí todo era nuevo, una nueva historia para dar visibilidad a la Diabetes, y a todas las personas que nos siguen y nos acompañan en nuestro proyecto y participaciones.

Cuando empezamos a trastear con el coche, vimos que tenía mucho trabajo de mecánica, y que requería de mucho equipamiento para adaptarlo a la estricta normativa de la ASO.

Yo no me podía permitir llevar el coche a talleres especializados. El presupuesto era tan ajustado, que me instale un viejo televisor con Internet en mi garaje para aprender online todo sobre este durísimo coche. Fueron numerosos tutoriales en YouTube, páginas Facebook, grupos especializados, etc… Con la excepcional ayuda de Fran y Alberto, conseguimos desmontarlo entero un par de veces para que GLUCOHETE, como posteriormente lo bautizarían nuestros followers vía redes, estuviese a punto para el Dakar Rallye 2022. Yo aprendí a conocerlo y repararlo, dado iba a ser muy difícil contar con taller oficial de asistencia en el Dakar, por lo que de esto, debíamos encargarnos nosotros 100×100 durante la carrera.

Mi amigo Fran Vega era el que me iba a acompañar como copiloto en esta aventura. Gran mecánico, capaz de reparar cualquier vehículo y cacharro, en cualquier sitio. Para mí, éramos el binomio perfecto, pero tras haber disputado varias pruebas Rallyes juntos como el Classic de Navarra, el Baja Aragón, Rallye de Zuera, etc, por motivos personales, Fran no pudo acompañarme, por lo que tuve que volver a ponerme las pilas, buscar nuevo copiloto, y prepararme rápido y bien de mecánica. El sustituto fue Jorge Vera, que no tenía tanta idea de mecánica, por lo que trazamos un duro plan de trabajo, y cada noche, cada uno, tenía que realizar tareas mecánicas concretas. Fue genial, y en ese rol también entro mi mujer Mer, la mejor mecánica de todo el equipo Un Diabético En El Dakar. Fue un trabajo increíble, digno de los mejores grupos y mas brillantes participantes en esta gran carrera.

Llegar a tomar la salida fue una locura sin precedentes. Desde mediados de diciembre 2022 empezó a subir la incidencia COVID19, y se creó muchísima incertidumbre. Pese a estar vacunados, teníamos que hacernos dos pruebas PCR antes de la carrera, y si dabas positivo, te quedabas en casa. Finalmente, tras muchos trámites y papeleos, nos desplazamos Jorge, Mer y yo a Jedaah. Mer, mi mujer, ayuda con todo, con mi diabetes, con la intendencia, con la comunicación, con las redes sociales, pues si vienes al Dakar y no lo cuentas, es como si no hubieses venido. Todo fue perfecto, y tras las verificaciones administrativas y técnicas OK, ya teníamos hora de salida.

Por la antigüedad del coche nos inscribimos en categoría Classic H2 (no teníamos opción), es una categoría intermedia, pero no por ello menor, con medias muy altas, y donde hay que dar mucho gas e insulina.

Una vez ya, sobre el terreno nuestra meta estaba lejos y las apuestas no eran muy altas a nuestro favor. Nuestra estrategia era ir de menos a más, aprendiendo cada día un poco más de la propia carrera e intentar administrar el coche para llegar a nuestro gran objetivo, llegar cada día a meta y finalizar esta gran carrera. Somos competitivos, y queríamos estar arriba, sin dejar de reconocer la realidad y la limitación de nuestros medios económicos. Llevamos el coche con casi todas las piezas nuevas, para así no tener que reparar nada aquí, y así descansar al máximo por las noches. El Dakar te va consumiendo día a día y el descanso es importantísimo. De eso si tengo una gran experiencia.

Al principio, el coche iba increíblemente bien, suspensiones, motor, navegación. Llegábamos cada día a meta sin demasiadas roturas, pero después de haberle azotado fuerte en las primeras etapas, el coche empezó a quejarse de chapa, llevaba un golpe en el morro que no pudimos reparar bien y empezaron a romperse piezas como el capo, las bisagras soportes del radiador y la caja del filtro del aire, que cada día teníamos que repasar con mucho esmero. Pensé muchas veces que terminaríamos sin capo, pero no fue ese el motivo de nuestro primer susto que nos sacaría de carrera.

Fue en la cuarta etapa cuando en la salida después de grabar unos videos, se me cayó el móvil y no lo supe hasta que no finalizamos la etapa. Había que recuperarlo, y estábamos a 180 km de donde pensaba que estaba. Primero quedaba el trabajo que hacer en el coche, revisar niveles, posibles holguras, apriete de tornillería, soplado, revisar soldaduras y controlar que todo estaba perfecto. Por mi parte, también quedaba revisar mis parches de insulina, cambiar el cartucho, cargar la bomba, asegurarme que la insulina de repuesto este a salvo, tarea vital, prioritaria y muy importante diaria.

Finalizadas estas tareas, y sobre las 19h00 decidimos ir a buscar el móvil. Hablamos con la organización y fuimos con el TOYOTA a buscarlo. No solo era el móvil, sino también la tarjeta del banco, videos, contactos, la tarjeta saudí de coste 100€. Nos separaban 180km de ida y otros de vuelta. Primero conduje yo, y a la vuelta Jorge, conseguimos encontrar el lugar de salida (nada fácil), y después casi 1 hora buscando en medio del desierto, con un frio que pelaba y la luz de nuestros frontales, desistimos de la búsqueda. Muy triste y enfadado decidimos volver al campamento. Necesitábamos descansar algo y preparar todo para el día siguiente. Todo iba bien, pero a tan solo 2 km del campamento, que ya podíamos ver y escuchar, la luz de avería se puso a parpadear y el Toyota se detuvo. Yo iba dando una cabezadita, y Jorge me despertó de un sobresalto. La noche se cerraba por completo.

Apartamos el coche e intentamos parar a alguien que nos diera un empujón pero no hubo forma. Llamamos a mi mujer le dijimos donde estábamos y lo sucedido. Necesitábamos llevar el coche a nuestra zona de asistencia para repararlo, y tomar la salida el día siguiente. Eran las 23h00 y mucha gente está durmiendo, pues los madrugones en el Dakar forman parte de la carrera, nos levantamos sobre las 4h30 o 5h00 de la mañana. Mer consiguió hablar con Marcel Quirós, y el a pesar de tener el coche sin terminar, accedió rápidamente a remolcarnos, cosa de la que le estamos mucho más que agradecidos. Esto forma parte de la magia del Dakar, el compañerismo y la solidaridad que tantas veces se respira entre participantes.

Nos dispusimos a localizar la avería, el diagnóstico fue rotura de la tubería en el 4º inyector. A las 3h00 de la mañana, conseguimos desmontar todo, pero poco podíamos hacer, nadie iba a tener esta pieza, y necesariamente había que cambiarla. Esta tubería trabaja a 1500 bares de presión, y la zona de la rotura imposibilitaba su soldadura. Teníamos que pensar muy rápido y tomar decisiones. Sabíamos que el día siguiente no tomaríamos la salida, y también, que ese día se cambiaba de campamento, y nos quedaríamos en AL Qaisumah, tierra de nadie, cuando la tierra prometida era Riad, donde el campamento estaría por suerte 4 días sin moverse, incluyendo un día de descanso.

Necesitábamos transportar a GLUCOHETE a Riad lo más pronto posible. Nos acostamos, y al ponerse el sol, empezamos a buscar una grúa que conseguimos gracias a la organización, bajo coste de 500€. Fueron 9h hasta Riad en una vieja grúa sin turbo, parando cada 20 minutos por el conductor que se nos dormía. Al final, tras mucho insistir, conseguí conducir yo, y tras 5 horas después, conseguimos llegar a Riad.

A las 20h00 en el campamento se vivía una actividad frenética. Nos separamos intentando buscar alguna solución, la gente se volcó en ayudarnos y aconsejarnos con mil y una solución e ideas que fuimos ordenando. Alguien me dejo un tubo que llevaba las mismas valonas que el mío, fue muy valioso, pero faltaba aun una pieza, que seguimos buscando por todo Riad, casi misión imposible, pues en Arabia Saudí no hay nada Diésel, la Gasolina está 1L a 0.43 céntimos euro, aparte debíamos encontrar algún taller que cortase el tubo y lo soldase. Recalcar aquí la gran ayuda recibida de los hermanos Merino, que nos pasaron el contacto de un taxista, que junto a Admed, hizo de traductor y guía en Riad. Tras muchas horas y kilómetros, conseguimos encontrar un técnico que soldó el tubo de manera magistral, y que, el muy sinvergüenza el, nos cobró la friolera cantidad de 10 Riyales, unos 2€ al cambio. Una obra de arte, que mereció una buena propina.

Ya muy tarde, salimos pitando al campamento VIVOUAC, y empezamos a montar todo y ver qué pasaba. Jorge fue el encargado de arrancar el coche con la grata sorpresa de volver a escuchar esa música celestial que solía desprender nuestro magnifico coche. Nos supo a gloria esa melodía. Tras esos dos días frenéticos, volvíamos a la carrera. El CLASSIC te permite reengancharte, aunque te clavan un montón de puntos de carrera, pero lo único que nos importaba era llevar a GLUCOHETE a META, y seguir demostrando que con diabetes se pueden alcanzar todos los sueños, eso sí con mucho esfuerzo y dedicación.

Día 7 de descanso en Riad, no fiándonos de la soldadura, nos levantamos temprano, y tras una buena ducha, me teñí nuevamente el pelo de Azul, (el color azul, junto a un circulo azul, representa a todas las personas que padecemos diabetes del mundo), y aun con la ropa sucia salimos hacia la ciudad, a intentar buscar la dichosa pieza que faltaba, sin lograrlo y desistiendo ya muy tarde, volviendo derrotados al campamento, y esta vez si a descansar y preparar la nueva etapa.

Etapa 8. Una alegría estar de nuevo en la carrera, el coche volvía a funcionar a las mil maravillas, aunque habían piezas que por fatiga denotaban un fuerte traqueteo. El capo parecía que lo íbamos a perder, sus bisagras con holgura provocaba un ruido que te quitaba las ganas de conducir, menos mal que los cascos atenúan muchos ruidos. Las siguientes etapas discurrieron sin problemas, cada día que pasaba rodábamos más a gusto, la experiencia que íbamos adquiriendo era brutal. Cada día íbamos más rápido y con más seguridad, al tiempo que intentábamos gestionar mejor nuestro coche. Jorge también se sentía cada día más cómodo y seguro de sí mismo, lo que nos hacía disfrutar más y mejor. Pasados los días del papeleo y verificaciones, la puesta en pista del coche, y la improvisada averiá, todo iba a pedir de boca. La anécdota graciosa del día fue que al llegar a meta, fuimos al repostaje, y entre prisas y nervios, le echamos 75L de gasolina en vez de diésel, y menos mal, que me di cuenta que el olor que no era el normal, y tras un difícil vaciado del depósito, lo solucionamos.

Nos acercábamos ya a la costa, dejando el frio atrás. Aquí es invierno y de noche el frio es intenso. La temperatura empezaba a ser más agradable y podíamos descansar mejor, misión importante, salvo contratiempos, justo lo que nos pasó en la etapa 10. A unos a 11km de meta se volvió a encender la luz de avería, justo a la entrada de un rio de arena, en una zona muy rizada y destrozada, note que perdía la sensibilidad en el pedal, y ya no sabía si era el coche o era yo. Entramos bastante fuerte, y el coche se resintió, se puso en modo protección, y solo pudimos ir en primera muy, muy lentos. Los bancos de arena nos lo complicaban más, pero por suerte pronto pudimos salir a terreno más duro y continuar hasta meta. Tras este nuevo buen susto y después de investigar y comprobar, le echamos la culpa al mal estado del gasoil. En el padock, discutíamos si la avería provendría de alguna válvula SCV, que afectaba a la bomba inyectora, y que habría que desmontar γ limpiar, cosa extraña porque esta piezas suelen aguantar 120.000km sin problemas, y era nueva.

Manos a la obra, y al intentar sacar el terminal, me doy cuenta de que uno de los cables está roto y pendía solo de la propia funda de plástico, sin pasar corriente. Solucionado. En ese instante supe que llegaríamos a meta en este Rallye Dakar, y cerrando una gran carrera.

Los días pasaban y cada día estábamos más cerca de nuestro objetivo, el pódium de llegada. No obstante, no puedes bajar la guardia ni un segundo hasta que cruces la meta final. En la última etapa, salimos con la intención de meternos dentro de los 100 primeros, y no iba a ser nada fácil. Salíamos en el puesto 105, y necesitábamos clavar la etapa para recuperar esas cinco posiciones, un riesgo bastante elevado, pero estábamos con ánimo, y tenía claro que lo conseguiríamos, y había que sacarnos la espina de los dos días parados. Y así fue, La alegría en el cuerpo se nos salía del mono tras cruzar la meta, nos abrazamos, reímos, lloramos, fue un choque de muchas emociones juntas después de un ano tan largo y duro, y de tanto esfuerzo y trabajo.

Todavía no había terminado todo, estábamos en Bisha, y faltaba conducir y llegar a la ciudad de Jeddah. Teníamos aun un largo y duro trayecto de 680 km. En Jeddah se encuentra el Circuito de F1, donde hacía pocos días Fernando Alonso hizo una gran carrera, y allí se nos entregarían las tan codiciadas medallas de finisher Dakar 2022.

Pusimos rumbo a Jeddah. Encontrar gasoil en Arabia Saudí no es fácil y no hay en todas las gasolineras. La organización nos lo marca muy bien en el Roadbook, y paramos en una de ellas que estaba a tope de gente, donde nos dimos cuenta que al lado había un Burger, y tras unos 15 días sin comer comida normal, paramos a comernos unas hamburguesas con patatas que nos supieron a gloria. Terminamos de comer, y la gasolinera seguía con colas enormes, por lo que decidimos seguir y repostar más adelante. Error. Este coche se construyó para el Campeonato de España, e íbamos algo justos de combustible. La sorpresa fue que al llegar a Jeddah, la ciudad estaba sumida en un caos circulatorio, era viernes, día festivo, la gente sale a pasar el día al desierto, campo etc. Justo a dos km del arco de meta, el coche empezó a fallar, por lo que Jorge y yo empezamos a sentirnos súper estresados. Todavía me rio cuando lo pienso, pese a que allí no me reía. A lo lejos, divise en unas obras unas garrafas de gasoil, estaban vacías, y si me lo dijo Jorge. Yo le respondí contundente, cógelas y ya veremos. El destino quería que llegásemos a meta, tanto por nosotros, como por todas las personas con diabetes o sin ella, amigos, seguidores, sponsors, diabéticos, simpatizantes, colaboradores, medios, y un largo etc, que han depositado sus esperanzas y confianza en que, de nuevo, y por segundo año consecutivo, íbamos a cruzar la meta del Dakar, y esta vez en coche Classic. Y fue a tan solo unos metros de meta, donde una nave nodriza apareció ante nosotros, al tiempo que el coche se detuvo. Fue repostar rápido y entrar en meta.

En los rallys, hasta que no cruzas el arco de llegada del propio padock, no acaba y si no cruzas, no cuenta que lo has FINALIZADO. Recordad el caso tan famoso de Carlos Sainz y Luis Moya.. CARLOS, TRATA DE ARRANCARLO.. Rompieron el motor a escasos metros de meta, y todo acabo.. NO HAY QUE RENDIRSE NUNCA. Con la goma del sistema de hidratación del coche, y la garrafa tomada, pudimos sacar gasoil de aquel camión nodriza enorme que la organización dispuso justo allí, y tras un buen trago de gasoil, arrancamos de nuevo, e hicimos lo que habíamos venido a hacer en el Dakar, FINALIZAR e ir a recoger nuestras merecidísimas medallas de FINISHER de este DAKAR RALLYE 2022.

(Amigo Jorge, te lo dije, llegaríamos a la meta)

Con un Test PCR negativo, todo recogido, el coche en el puerto (y sin gasoil), nos fuimos al Hotel donde nos dimos una merecidísimas ducha y pudimos dormir por fin en una cama decente.

El vuelo de vuelta muy tranquilo hasta llegar a Madrid. Y como no, aquí empieza el Dakar 2023.

GAS E INSULINA QUE NO FALTE!

DANI ALBERO UN DIABETICO EN EL DAKAR